El frío afecta severamente nuestra piel pues rompe y erosiona la barrera dermoepidérmica y genera inflamación e infección bacteriana.
Para cuidarla, hay que evitar las temperaturas extremas en aquellas personas que tienen problemas circulatorios, evitar el contacto con lanas cuando la piel no está intacta o cuando se desarrollan cuadros como dermatitis atópica o psoriasis en forma de queratodermia psoriática.
En cuanto a las palmas de las manos, conviene mantener una humectación permanente en base a cremas, evitar los lavados frecuentes con jabones y el uso exagerado de alcohol en gel.